Son alrededor de las once de la mañana y hoy he salido a montar en bici. Hoy hay bastante gente, ya que es viernes y mucha gente aprovecha para venir el fin de semana.
Da gusto pasar por Central Park, si estoy en Nueva York. Los pájaros están cantando y mucha gente hace deporte o salen a dar un paseo en esta preciosa semana. Pero quiero volver a casa. A verle a él.
Después de recorrer varias manzanas, llego a un edificio un tanto antiguo y algo feo para la estética de esta bonita ciudad. Subo las escaleras a toda prisa, tanto como las pocas fuerzas que me quedan me lo permiten. Y llego a la puerta, umm desde fuera huele a comida... Llamo al timbre, ya que no había cogido antes las llaves porque no tenia donde meterlas, y me abre él, tan guapo como siempre. Lleva una camiseta azul, que le marcan los brazos y le queda genial con su pelo claro... Mi casa está decorada diferente a las demás, se nota que nuestro gusto no es como el de la gente de aquí. Le ayudo con la comida pero de repente llaman al timbre. Él va a abrir. Escucho ''Paula, tienes visita''. Sorpresa, son ellas, y están muy cambiadas. Mi gorda, que está más gorda que nunca, y mi moco, que menudo cuerpazo tiene... Lo primero les doy un abrazo enorme, las echo mucho de menos. Primero Raquel me cuenta ese trocito de su historia que me he perdido: Al final se ha echo farmaceutica y una noche loca de fiesta loca de esas que se monta ella, pues se le fueron las copas y así está de gorda... Después Alba me dice que es modelo y no me extraña nada con el cuerpo que tiene y lo alta que es. Pero me falta alguien. Tania. Les pregunto a las chicas por ella, y me dicen que ya no está, no se que quieren decir. Me lo explican todo, y es que un día de borrachera le dió un coma etílico. Menudo palo más grande. Triste me pongo muy muy triste porque no iba a ser cosa de cuatro. Ya ibamos a ser tres. Pero en nuestros corazones siempre vamos a ser cuatro... Bueno, al final se quedan a comer.
Ya son las cuatro de la tarde o así (si, nosotros mantenemos el horario de comidas de España) me llega una carta. Bueno, no es una carta, es más bien una nota que pone ''Do you wanted to I come see you not? Well here I am at the airport. I love you princess, always.'' Sin duda alguna es ella. Lo primero que hago es quedarme quieta, no pienso, no reacciono pero... ¿y si es verdad?¿y si está aquí por mi? No lo dudo un instante y cojo el mini para dirigirme al aeropuerto más cercano.
Al llegar, aparco a toda prisa y llego a una puerta donde pone ''llegadas'' y veo que no para de salir gente. Cada vez más y más y más pero ella no sale. Ya parece que se acaba la fila de gente y ella no ha aparecido. Pero ya, cuando no tengo esperanza alguna, aparece. Si, si, es ella. Muy cambiada, distinta pero al fin y al cabo, ella. Va vestida de camuflaje tan chula como siempre, con el pelo ni muy corto ni muy largo echo una coleta, y una gorra. No lo dudo un momento y salgo corriendo sin importarme la gente que iba en dirección opuesta a mi. La abrazo, la abrazo muy fuerte, casi casi hasta estrujarla.
Llegamos al portal después de unas risas en el coche. Subiendo le comento: ''te vas a encontrar a alguien que puede que no sea de tu agrado''. Y nos abre él. Rápido se sorprenden y se abrazan. Yo me quedo un tanto anonadada. Es genial.
Después nos tiramos horas y horas hablando...
Son las diez de la noche y vamos los tres por Central Park, esta vez ella lleva a Copito, mi chiguagua blanco. Y nos cuenta, nos cuenta a todos los niños que ha echo sonreir, nos cuenta de su hermanita que ya está muy grande, nos cuenta de su viaje, sobre la gente de España, y sobre todo de lo mucho que me ha echado de menos. Es cierto que hacía ya varios meses que no nos escribíamos ni nos hablábamos pero yo siempre la tenia presente ya que tengo su foto en mi habitación y otra en el salón.
Llegamos a casa. Dos noticias, la buena: que se quedará con nosotros varias semanas, la mala: le tocará dormir en el sofá.
Paula.
Ya son las cuatro de la tarde o así (si, nosotros mantenemos el horario de comidas de España) me llega una carta. Bueno, no es una carta, es más bien una nota que pone ''Do you wanted to I come see you not? Well here I am at the airport. I love you princess, always.'' Sin duda alguna es ella. Lo primero que hago es quedarme quieta, no pienso, no reacciono pero... ¿y si es verdad?¿y si está aquí por mi? No lo dudo un instante y cojo el mini para dirigirme al aeropuerto más cercano.
Al llegar, aparco a toda prisa y llego a una puerta donde pone ''llegadas'' y veo que no para de salir gente. Cada vez más y más y más pero ella no sale. Ya parece que se acaba la fila de gente y ella no ha aparecido. Pero ya, cuando no tengo esperanza alguna, aparece. Si, si, es ella. Muy cambiada, distinta pero al fin y al cabo, ella. Va vestida de camuflaje tan chula como siempre, con el pelo ni muy corto ni muy largo echo una coleta, y una gorra. No lo dudo un momento y salgo corriendo sin importarme la gente que iba en dirección opuesta a mi. La abrazo, la abrazo muy fuerte, casi casi hasta estrujarla.
Llegamos al portal después de unas risas en el coche. Subiendo le comento: ''te vas a encontrar a alguien que puede que no sea de tu agrado''. Y nos abre él. Rápido se sorprenden y se abrazan. Yo me quedo un tanto anonadada. Es genial.
Después nos tiramos horas y horas hablando...
Son las diez de la noche y vamos los tres por Central Park, esta vez ella lleva a Copito, mi chiguagua blanco. Y nos cuenta, nos cuenta a todos los niños que ha echo sonreir, nos cuenta de su hermanita que ya está muy grande, nos cuenta de su viaje, sobre la gente de España, y sobre todo de lo mucho que me ha echado de menos. Es cierto que hacía ya varios meses que no nos escribíamos ni nos hablábamos pero yo siempre la tenia presente ya que tengo su foto en mi habitación y otra en el salón.
Llegamos a casa. Dos noticias, la buena: que se quedará con nosotros varias semanas, la mala: le tocará dormir en el sofá.
Paula.
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